Desde hace unos años, y con previsiones de quedarse, se ha introducido un nuevo estándar dentro del sector de la construcción. Una tendencia reciente, asimilada cada vez más, tanto por los profesionales como por los ciudadanos y que tiene como objetivo reducir el consumo energético. Hablamos de las casas pasivas o Passivhaus.
University Network for Architectural and Sustainability (Unaus), que trabaja en colaboración con la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, las definen como: “Edificaciones que no necesitan energía para mantener el confort interior (temperatura, calidad y renovación del aire…) o que tienen unos requerimientos de energía mínimos”.
Actualmente se entiende por “casa pasiva” el edificio que cumple con los requisitos marcados por el “Passivhaus Institut” de Alemania, instituto pionero, encargado de cuantificar y valorar los principios que deben cumplirse.
La base de este concepto recae en la creación de edificios que generen más energía de la que consumen, obteniendo edificaciones que no sólo son más respetuosas con el medio ambiente, sino que también afectan de manera positiva en el bienestar de sus habitantes.
En concreto, se trata de construcciones autosuficientes que cuentan con proporciones geométricas especialmente diseñadas para la mejor utilización de la energía existente, desde la que emite el cuerpo humano o máquinas eléctricas, hasta la que entra por las ventanas o la de la propia Tierra.
Para un correcto funcionamiento, los edificios de energía cero deben cumplir con una serie de instalaciones mínimas que regulen la temperatura interior del edificio:
– Un buen aislamiento térmico.
– La eliminación de puentes térmicos para evitar las fugas de frío y calor.
– Ventanas orientadas hacia el sur y termoaislantes para captar los rayos solares.
– Un sistema de intercambiador de calor, para la refrigeración del aire.
De esta manera conseguimos optimizar el consumo de energía y ajustarnos a las cifras que exige la certificación Passivhaus, donde la energía primaria renovable en una casa pasiva no debe superar los 60 kWh/( m²a).
Fenómeno local con repercusión internacional
Para poder profundizar en el término “Passivhaus” es necesario hacer un recorrido en la trayectoria de estas construcciones.
El primer prototipo Passivhaus tiene su origen en los años 90 en Alemania. Esta casa se construyó con el objetivo de demostrar que era posible edificar en Centroeuropa una casa que tuviese un consumo muy bajo de energía y fuese capaz de mantener una temperatura estable durante todo el año, ajustándose a los diferentes cambios climáticos.
El resultado fue un edificio de cuatro viviendas adosadas, localizado en Darmstadt (Alemania), que, tras cuatro años de monitorización, resultó cumplir con los parámetros de consumo energético y confort interior.
Tras la creación del Passivhaus Institut, en septiembre de 1996, en la misma ciudad, este estándar comenzó a extenderse a nivel mundial. Se estima que ya se han construido más de 50.000 viviendas en todo el mundo, según la Plataforma española de Edificación Passivhaus (PEP).
Rumbo a España
Aunque pequeña, pero significante, España también ha contribuido a formar esa cifra de 50.000 viviendas. Desde 2009, se han construido numerosas casas que cumplen el estándar Passivhaus. Granada y Navarra fueron las primeras Comunidades Autónomas en construir viviendas 100% “pasivas” y con certificados Passivhaus en 2010 y 2011.
Respecto al número de edificios que cuentan con la certificación en España, según la plataforma PEP, se desconoce el número exacto, ya que “el estándar Passivhaus es una filosofía abierta y no se pretende que se certifiquen todos los edificios que se construyen, sino que se aplique el estándar para que los edificios funcionen proporcionando un alto confort para el usuario”.
A día de hoy existen dos empresas certificadoras en España: Energiehaus S.C.P y Vand Arquitectura. Entre las construcciones que han certificado destacan algunas, como la primera casa pasiva certificada en Madrid, construida por la empresa 100x100madera, en la sierra de Guadalix, o la casa unifamiliar del constructor Farhaus, en Castellterçol, considerada la primera passivhaus con certificación en Cataluña.
Otros ejemplos de inmuebles que cuentan con esta certificación son las viviendas de obras nuevas, situadas en las localidades Jungitu (Álava), Villanueva de Pría (Asturias) o el ejemplo reciente de la vivienda Lairhaux en Collsuspina (Cataluña). Esta construcción se caracteriza no sólo por cumplir con los requisitos de energía casi nulos, sino por su composición de materiales ecológicos, como la paja y la madera.
En definitiva, las “casas pasivas” son una tendencia innovadora al alza, que se está consolidando, ya que uno de sus principales objetivos es construir energéticamente sostenible y reducir el consumo de energía, una demanda cada vez más creciente entre los ciudadanos, las empresas constructoras y las propias administraciones públicas.
Aquí en Galicia no se ven muchas casas pasivas. Esperemos que a partir del 2020, con la nueva normativa sobre construcciones de edificios de consumo nulo, la gente muestre más interés hacia este tipo de construcción. Un saludo y enhorabuena.
Muchas gracias por tu interés, Manuel. ¡Un saludo! 🙂
Enhorabuena por los proyectos, son una buena opción de construcción teniendo en cuenta el medio ambiente, ya que son sostenibles y reducen el consumo de energía.
Gracias Elena por tus comentarios. Un saludo.
Lo primero decir q me alegra ver q se escribe sobre las Casas Pasivas.
Lo segundo q quiero decir es q se puede tener una Casa Pasiva sin q teng q ser Passivhaus ni certificada Passivhaus.
El certificado cuesta dinero y a una persona q se hace su casa no sue valerle para nada. Se hace su Casa Pasiva ajustada a los parámetros passivhaus pero sin certificado. Y casas de de estas hay muchas mas. Es una tendencia en aumento. Saludos y buen dia desde Galicia.