“La arquitectura crea refugio y transforma lo ordinario. La buena arquitectura civiliza y humaniza, la mala arquitectura brutaliza”, escribió Richard Rogers (Florencia, 1933) en su libro A Place for All People (‘Un lugar para todos’). Esta semana se ha conocido la noticia del fallecimiento, a los 88 años de edad, del creador de construcciones icónicas como el Centro Pompidou de Francia, inaugurado en 1977, y que ideó junto al italiano Renzo Piano, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo o el emblemático edificio Lloyds en la City de Londres.
Obras como las Bodegas Protos de Peñafiel o la conversión de la Plaza de las Arenas de Barcelona son parte del legado que deja en España este humanista de la arquitectura; pero, sin duda, la más célebre es la terminal T4 del aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid–Barajas, inaugurada en febrero de 2006. Un proyecto, desarrollado en colaboración con el estudio del español Antonio Lamela, que destaca por la forma ondulada de su cubierta y sus pilares de colores con el orden de tonalidades del arcoíris. Por esta obra recibió el Premio Stirling de arquitectura, el más importante en territorio británico, que concede cada año el Royal Institute of British Architects (RIBA).
Paradójicamente, Richard Rogers muere el mismo año en el que el aeropuerto de Barajas cumple 90 años. La T4 fue una de las grandes obras llevadas a cabo dentro del aeródromo madrileño. Un proyecto que culminó el 4 de febrero de 2006, con la puesta en marcha de una nueva área terminal, que incluye la actual T4 y su edificio satélite, la T4S; con más de 750.000 metros cuadrados y capacidad para 35 millones de pasajeros al año y dos pistas, que pueden acoger hasta 120 vuelos por hora.
El crítico de The Guardian, Oliver Wainwright, no dudó a la hora de destacar la terminal madrileña como uno de sus más importantes legados arquitectónicos: «Con sus techos de bambú ondulante y el arcoíris de las columnas, estamos ante un edificio en el que uno quiere quedarse, en vez de querer escapar como en todos los aeropuertos».
Pionero de la arquitectura sostenible y de alta tecnología
Rogers y el también referente de la arquitectura Norman Foster son conocidos como los líderes de una generación de arquitectos nacidos en la década de 1930 que ayudaron a dar forma a los paisajes modernos de Londres, París, Hong Kong o Nueva York.
Defendía como única fórmula de ciudad sostenible la ‘ciudad compacta’, que ha marcado hitos en la historia de la arquitectura contemporánea. Su defensa del rendimiento energético y de lo sostenible ha dejado huella en la profesión.
El arquitecto ganó a lo largo de su carrera varios premios por sus diseños, incluido el Premio Pritzker, considerado el Nobel de la Arquitectura, en el 2007, y fue uno de los pioneros del movimiento arquitectónico ‘high-tech’ (alta tecnología), que se caracteriza por incorporar materiales industriales como el vidrio y el acero a las estructuras.
Miembro de la Cámara de los Lores desde 1997, despedimos a un inmenso arquitecto, urbanista, empresario y humanista. Su legado será recordado por muchas generaciones futuras, y sin duda una infinita fuente de inspiración para todos.
Fuente: ABC y El Español. Foto: Msn.