Del mismo modo que en el resto de los ámbitos de la sociedad española, la construcción avanza hacia un modelo más sostenible. Lo hace mediante los proyectos industrializados, y en concreto, mediante herramientas como el sistema integral ÁVIT-A, que aportará métodos más respetuosos y operativos a través de la tecnología.
Esta forma de edificar se posiciona como la idónea para llevar a cabo edificios destinados al “Built to Rent”, cada vez más necesarios para dar solución a las necesidades habitacionales que plantea la sociedad hoy en día.
Estos sistemas permitirán construir edificios más sostenibles, reducir los plazos de edificación y aportar una fácil gestión y conservación del activo. Además, supondrán beneficios tanto para el inversor como para el inquilino, ya que, al aumentar la oferta, los precios se regularán de forma natural y estas casas serán más asequibles.
Éstas son algunas de las conclusiones a las que se ha llegado en el encuentro «Construcción Industrializada, la gran aliada del ‘Build to Rent», organizado por El Economista, y al que han asistido diferentes empresas relacionadas con el sistema integral ÁVIT-A, desarrollado por el Grupo Avintia.
Un camino hacia la sostenibilidad
ÁVIT-A rompe con la idea de que lo sostenible es caro, ya que elimina las ineficiencias de los procesos de construcción, uniendo el trabajo y la tecnología de las mejores empresas para hacer un producto de mayor calidad pensado para el cliente.
En este sentido, la sensorización y la inteligencia que se logrará en todo el edificio permitirá reducir hasta el 30 % de los consumos. “Podremos tener mejores edificios y viviendas más confortables y más eficientes mientras que al mismo tiempo, a nivel social y de futuro, estaremos contribuyendo al planeta», explicó Patricia Pimienta, vicepresidenta Home & Distribution de Schneider Electric Iberia.
El ‘Build to Rent’ como solución habitacional
Durante el evento, se habló de la necesidad de aumentar el parque de viviendas para alquiler o renovar el que ya existe, algo que será posible gracias a estos métodos.
Hasta ahora los diferentes agentes que intervenían en un proceso de construcción tradicional lo hacían de forma independiente y en diferentes momentos. El proyecto de construcción industrializada, ÁVIT-A, posibilitará que todos trabajen con un objetivo común para conseguir productos de mejor calidad.
“Todo ello, gracias a que permite disponer desde el principio de una dirección en la que se elija el producto que mejor va a encajar con la vivienda que se diseña», señaló Jesús Martínez Bautista, director de Cuentas Corporativas y Prescripción de Daikin.
El importante papel de la Administración
Para facilitar la puesta en marcha de proyectos industrializados, los expertos del sector coinciden en que es necesario el apoyo de las Administraciones a través de una normativa clara y común.
«Debemos contar con un marco normativo común y certificar algunos sistemas que sean válidos en cualquier zona geográfica y que agilice los procesos, porque al final la eficiencia de este sistema es que elementos como la estructura van a ser siempre los mismos», explicó Alberto Martos, director general de Aclimar.
En la construcción industrializada, el ADN del edificio será siempre el mismo en cuanto a tecnología, soluciones y producto. Por ello, “en un proyecto de este tipo no tiene justificación que se tarde más de un mes en dar una licencia porque está todo definido. La Administración puede ser facilitadora en este proceso, o una barrera», concluyó Javier Bermejo, director general de Profine Iberia KÖMMERLING
Atracción de talento y mano de obra
Además, en el encuentro también se indicó que estos proyectos tienen ventajas a la hora de atraer mano de obra, actualmente en escasez dentro del sector. «Que sean proyectos tecnológicos ayuda a atraer talento, ya que de forma natural es algo atractivo para las nuevas generaciones. Además, se trata de un trabajo reglado y con unas condiciones ambientales adecuadas y a nivel técnico la incorporación de la mujer es total», explicó el director general de Avintia Inmobiliaria.
Fuente: El Economista