Un equipo de investigadores de la Universidad de Washington en St. Louis ha descubierto la manera de convertir los ladrillos en baterías para almacenar energía en nuestros hogares. La investigación, publicada recientemente en la revista Nature Communications, sienta las bases de una tecnología que, si bien todavía está dando sus primeros pasos, podría cambiar nuestra percepción del material de construcción más popular que conocemos.
Los investigadores explican el uso de los ladrillos en sus estudios gracias a su estructura porosa y su composición, rica en óxido de hierro, que le da ese color rojizo característico. La idea está en utilizar vapores químicos para reaccionar con los óxidos de hierro y rellenar los poros de los ladrillos con un plástico conductor, llamado Pedot. Este polímero es capaz de crear una red de nanofibras en el interior del ladrillo.
Esta estructura de nanofibras almacena y conduce electricidad ofreciendo una muy baja resistencia. Uno de los efectos más llamativos de estas reacciones químicas es que, durante la investigación, los ladrillos pasaron de su tradicional color rojo a un azul oscuro.
Éste es el primer paso para convertir los ladrillos en supercondensadores, elementos que se pueden recargar más veces que una batería convencional antes de perder su capacidad de almacenamiento. Por ejemplo, una pared de ladrillos se podría recargar hasta 10.000 veces antes de ver reducida su capacidad.
Uno de los grandes retos a los que se enfrentan ahora los investigadores es aumentar la densidad de energía de estos supercondensadores. La densidad de energía de estos primeros ladrillos es de sólo el 1 % de la que ofrecen las baterías de iones de litio, pero el objetivo de los investigadores es igualar sus propiedades a un precio mucho más bajo.
Por el momento, las investigaciones han demostrado que varios ladrillos pueden encender una luz LED, y los cálculos del equipo apuntan a que una pared de 60 ladrillos podría alimentar la iluminación de emergencia durante 50 minutos y tardaría 13 en recargarse.
Como señala para el periódico The Guardian, el profesor de Electrónica de Potencia de la Universidad de Warwick, Richard McMahon, si bien este trabajo es una “interesante demostración” de la posibilidad de almacenar energía, todavía queda “un largo camino” hasta su aplicación práctica.
¿Podría tener esta tecnología algún efecto negativo en la estructura del ladrillo? Según apunta Julio D’Arcy, uno de los investigadores del estudio, para The Guardian, las reacciones llevadas a cabo sí que pueden tener un pequeño efecto debilitador de las propiedades estructurales del ladrillo, si bien D’Arcy señala que, en la actualidad, los ladrillos se utilizan esencialmente en fachadas decorativas.
Aunque la carga almacenada por estos primeros ladrillos todavía es pequeña, el estudio considera que un muro de ladrillos conectados sí que necesitaría un revestimiento aislante. Durante la investigación se utilizó resina epoxi, que incluso permitía el funcionamiento de los ladrillos bajo el agua.
* Echa un vistazo a la investigación completa en la Revista Nature Communications.
Fuentes: The Guardian, El Confidencial, The Conversation.