De una pequeña iglesia de cal blanca en Ibiza al Museo de Arte de Kumamoto en Japón. Entre esas coordenadas, entre la esencia mediterránea y la modernidad internacional, se mueve la obra de José Antonio Martínez Lapeña y Elías Torres Tur, que han sido distinguidos con el Premio Nacional de Arquitectura 2016. Un galardón que se ha hecho esperar, pues el Ministerio de Fomento lo concedió finalmente el pasado mes de diciembre, más de un año después de cuando debería haberse entregado y al límite de cruzar la frontera de 2018.
El jurado calificó la obra de los arquitectos premiados de «abierta y arriesgada», tras una extensa y dilatada trayectoria profesional de más de 50 años, que incluye la renovación de algunos de los espacios públicos más significativos de la arquitectura española en las últimas décadas, como el Park Güell de Barcelona o la Alameda de Hércules de Sevilla.
La construcción y renovación de algunos de esos espacios la han realizado “siempre desde un lenguaje fresco, que aúna compromiso cívico con actitud respetuosa ante el paisaje y la ciudad histórica, constituyendo un ejemplo de innovación y búsqueda constante”.
«El estilo mediterráneo está en nuestra arquitectura, claro. Siempre hay que suponer, y más en esta disciplina, que el contexto que te rodea te marca y te influencia», dijeron los galardonados.
Arquitectura “racional”
Pero si con un adjetivo se define su arquitectura es el de «racional». Una arquitectura que se adapta a los elementos preexistentes, a las condiciones del entorno y que convierte las problemáticas en soluciones originales.
José Antonio Martínez Lapeña y Elías Torres Tur ya recibieron el año pasado el prestigioso RIBA International Fellowship para arquitectos no británicos (la Gold Metal de Reino Unido fue para Zaha Hadid, última distinción que obtuvo antes de fallecer en marzo). Entonces, el arquitecto John Tuomey -que les había propuesto para el premio- les definió como «un equilibrio de opuestos: Elías es el remolino enérgico y alegre, mientras que José Antonio es el centro tranquilo, el que mantiene las cosas unidas proporcionando el núcleo y el ancla necesarios para el despacho». José Antonio Martínez ríe y concede: «Puede ser… Cada uno nos equilibramos, sumamos esfuerzos e ideas».
En Barcelona han dejado algunas obras que ya son iconos de la ciudad: El Corte Inglés de Plaza Cataluña (1986), la moderna placa Fotovoltaica del Fòrum (2004), que posee casi un carácter escultural o la remodelación del Teatro del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Durante la época olímpica, también construyeron un conjunto viviendas en el nuevo barrio de la Villa Olímpica: edificios de ladrillo vista, en forma circular, que formaban una plaza pública llena de palmeras, a escasos metros del mar (y que fueron distinguidos con el Premio FAD).
Sobre el Premio Nacional de Arquitectura
Dotado con 60.00 euros, el Premio Nacional de Arquitectura está promovido por el Ministerio de Fomento, que concede el galardón a propuesta de un jurado compuesto por destacados profesionales, bajo la presidencia honorífica del ministro de Fomento, Íñigo de la Serna.
El jurado estuvo formado en esta ocasión por Juan Navarro Baldeweg (Premio Nacional de Arquitectura 2014), Rafael Moneo Vallés (Premio Nacional de Arquitectura 2015, que actuó como Presidente del Jurado por elección unánime del mismo), Juan Bordes Caballero (a propuesta de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando), Elisa Valero Ramos (a propuesta de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas), Sara de Giles Dubois (a propuesta del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España), Beatriz Colomina (a propuesta de la Dirección General de Arquitectura, Vivienda y Suelo) y José María Cruz Novillo (a propuesta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España).
He aquí algunas obras representativas de los arquitectos premiados: